
Tu aroma corporal era mezcla de dulce, agrio y acido, oliendo a mar,
cerraste los ojos al acercarte y en tus manos mi piedra de molienda,
el sabor penetrando en nuestros poros y mis manos en tu fina cintura,
murmullos, quejas silenciosas, palabras que por obscenas prohibidas.
Mis manos en tus piernas, en tus muslos, en tu cuello, entre tu sexo
mi lengua exploradora en tu lengua inquieta degustando los sabores
mis dedos, admirando la textura en el cobijo de tus pechos, perdidos
tus caderas acompasadas en movimiento frenéticos y otros suaves.
