
Dicen que afuera existe un Dios, en las alturas,
no sé nada de Dios, solo sé de ti, ni donde este,
sé de tu gutural melodía y tu aliento ardiente
también del gritar de tus pieles semi-desnudas.
No sé de Dios, sé de mi nombre bajo tu llanto,
de tus tibios pétalos agitándose en las noches,
sé de la imperiosa necesidad de besarte siempre
ocultando clavos en mis sueños locos y dementes.

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