
Las yemas de mis ardientes dedos van buscando
tus pezones con ansia desesperada de naufrago
sin nada, están pegados a la pared, inalcanzables,
mis ardientes manos bajan golosas en tu cadera,
mi glande en la estrecha unión de tu glúteos juega,
tu espalda se menea al frenético ritmo de mi pecho
tus estilizadas piernas ligeramente se van abriendo
tu boca susurra apenas audible un afrodisiaco jadeo
tus enfebrecidos ojos intentan de perfil mirarme
mientras los dedos de tus suaves manos me tocan
con vocación religiosa la parte hinchada y húmeda,
por el deseo inescrupuloso de perderse en ti.

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